Punto de rocío

Entra el otoño y vuelven a visitarnos nubes nacidas en grandes mares lejanos. O eso nos cuentan las físicas y eso aceptamos sin darle mucha bola a las explicaciones sesudas que hay detrás; yo lo que quiero saber, en realidad, es si la ropa que he tendido esta noche tiene probabilidades de mojarse por la lluvia o no...

Y sin embargo, nuestras explicaciones humanas modo ciencia están salpicadas de grandes momentos poéticos en los que merece la pena detenerse.Uno de los que más me gustan es el punto de rocío

Se supone que el agua presente en mares, lagos, arboledas, en nuestra propia piel, se convierte en gas cuando la luz del sol calienta la superficie terrestre. Y eso quiere decir que las moléculas que componen el agua se separan -pero no mucho- y suben, suben, suben... hasta que el aire más frío de las alturas las vuelve a juntar, reencarnándose el agua del mar, los lagos, las arboledas, etcétera en microgotas que ahí arriba se juntan, se rozan, se separan y se vuelven a asociar, formando al final lo que desde abajo vemos como una nube.Ese momento frío donde el agua disgregada se convierte en gotita de nuevo se llama punto de rocío. Joer, qué bonito. 


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