Dame veneno



    

La Asclepia en el otoño y en el invierno incipiente es como el agua de un oasis en el desierto. En sus tallos y flores y sobre sus frutos erizados de suaves espinas se posa, caza, come y se reproduce una infinitud de seres. 

Una mantis color clorofila acecha con inmovilidad de meditadora. 

Caracoles y moscas recorren las hojas de la Asclepia. 

Chinches rojinegros y cientos de pulgones se arraciman en los tallos más tiernos.

Pero, siendo un oasis,  no es ciertamente agua lo que proporciona esta planta a sus invitados: es veneno, en concreto un glucósido cardenólido, un tipo de esteroide que puede producir parada cardiorespiratoria en los vertebrados, desde aves a ungulados, pasando por el ser humano. 

La Asclepias fruticosa o Mata de la Seda no sólo es famosa en el mundo bichológico por su letalidad si no también porque sus hojas son uno de los platos preferidos de la famosísima mariposa Monarca, esa que viaja en bandadas desde Canadá hasta México y que sale en un montón de documentales. 

El caso es que la Mata de la Seda es una planta africana, traída tal vez en siglo XVIII a España, y pertenece a la misma familia que las plantas de las que se alimenta la Monarca allá por las américas. Parece ser que los grandes ciclones y borrascas (Niños, Katrinas, Filomenas y otros fenómenos) arrastran hasta a nuestra península de vez en cuando algún grupillo de monarcas. El que haya Matas de la Seda por tierras ibéricas parece que está fijando estas populares mariposas por nuestras comarcas de una manera cada vez más evidente. 

Resulta que cuando mamá mariposa Monarca pone sus huevos en esta planta sabe lo que hace: las orugas se alimentarán de sus hojas y se convertirán a su vez en un bicho venenoso al que ningún pajarraco comebichos querrá convertir en aperitivo. La oruguita en cuestión tiene una piel rayada de blanco, amarillo y negro que avisa a las aves imprudentes de que su tierna carne no es comestible.

El mismo traje amarillo utiliza el pulgón de la especie Aphis neri, llamado vulgarmente -oh, sorpresa- Pulgón Amarillo, aunque debería llamarse Pulgona Amarilla, porque los machos sólo nacen de vez en cuando, después de varios ciclos en los que las hembras se reproducen por partenogénesis (y a mí esto me parece fascinante, aunque ya hablaremos de esto en otro momento, quizás en un post sobre tiburones martillo).

Los pulgones están cargaditos de la savia de la Mata de Seda y avisan con su luminoso amarillo del contenido venenoso de su pequeño cuerpo. Es probable que otros invertebrados también sean inmunes a los glucósidos cardenólidos de la Asclepia y es posible que sea esta la razón por la que se reúnan tanto en torno a sus flores y hojas. 

Larga vida a la Asclepia y su legión de invitados envenenados.

Pulgonas a la izquierda, mosca lavándose las patitas y ninfas de chinche pululando

Feroz mariquita devora pulgones y quizás inmune al veneno de la Mata

Flor de la Mata de la Seda






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