Los últimos del parque (retratos en un verano de cinco meses)

 Todas lo hemos notado y es que cada vez hay menos bichos, menos bichos así en general: coleópteros, himenópteros, lepidópteros, miriápodos, arácnidos... Se ven menos, te manchan menos el parabrisas y el radiador del coche, incluso te pican menos. Está claro, hay zonas y zonas, especies y especies, épocas del año y épocas del año, pero lo cierto es que esta disminución es un hecho que cualquiera puede haber comprobado. 

En el pasado yo no le hacía mucho caso a los bichos sin columna vertebral porque estaba más interesado en los bichos grandes, de los de pelos, pluma o escama, ya fueran terrestres o acuáticos. Pero las malas compañías, algún curro en el que me tocó convivir estrechamente con ellos y la nueva ventana de frikismo que los bichos proporcionaban (con sus dramas metamórficos, sus relaciones de parasitismo, su diapausas y sus comensalismos) hicieron que no pudiera resistirme a asomarme a su mundo que, aparte de pequeño en tamaño, parece efectivamente estar menguando.

En los últimos años diversos estudios han dado una enésima voz de alarma. Uno de los más recientes, publicado en la revista Nature en abril de 2022, hablaba de cifras escalofriantes: en toda Europa el número de mariposas ha disminuido entre un 30 y 50% y en Alemania se ha detectado un descenso del 76% (¡¡76%!!) de la biomasa de insectos voladores. En las zonas tropicales, mucho más ricas en insectos que nuestras latitudes, la falta de insectos polinizadores está poniendo en peligro la producción de cacao en países como Ghana e Indonesia, donde ya se está recurriendo a la polinización manual.

Esta disminución de los invertebrados puede devenir de problema a problemón, agudizando las dificultades en la producción de alimentos para nosotras, las criaturas humanas,  a nivel global. La disminución de los insectos está ligada a un cúmulo de factores que va desde la industrialización e intensificación de los monocultivos, el uso masivo de fitosanitarios y plaguicidas, determinadas prácticas en agricultura y gestión de los espacios verdes y, por supuesto,  el cambio climático. De todo ello hablaremos con más detalle en próximas entradas si el tiempo lo permite.

Mientras tanto, vengo haciendo fotos a los bichos que voy viendo, tirándome por el suelo con el móvil, retorciéndome entre la hierba y provocando las miradas de incredulidad de mis pacientes compañeros de curro. Os dejo unas cuantas imágenes de algunos miembros de la fabulosa tribu de los Sin Huesos que suelen deambular por los parques y jardines en los que trabajo. 




Ninfa de Chinche asesino (Zelus renardii), una especie mexicana cuyo primer registro en la Península se realizó en la Comunitat Valenciana en 2012 y que hoy en día ha colonizado todo el área mediterránea



No es una abeja ni una avispa: el bicho de la foto es un tipo de mosca llamado sírfido que se caracteriza por su vuelo rápido y preciso. Aunque no son tan buenos polinizadores como las abejas, el declive de éstas ha revalorizado el papel de los sírfidos en el imprescindible intercambio de polen entre las flores





Nuestro estilizado modelo verde de largas antenas es un saltamontes del tipo tetigónido ("con cuernos"). Su nombre científico es Ruspolia nitidula




La bellísima Zygaena trifolii es un zigénido, un tipo de mariposas nocturnas... que salen de día. Suelen vivir cerca de zonas húmedas









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