Lluvia, setas, castañas... La canción de los otoños se sigue entonando por estas latitudes pese a que el verano, por lo general, ha tendido a alargarse estos últimos lustros. Al menos en Barcelona este año la estación va siendo de libro de escuela y el otoño ha traído temperaturas más bajas y bastante agua...
Los bichos y bicharracos también cambian sus costumbres con la disminución de las horas de luz. Cada especie tiene su manera de afrontar el frío que se les viene encima y estos días son jornadas de mucha mosca pegada al cristal, golpeando el vidrio con cierto aire cansado.
La mayoría de nuestras compañeras de seis patas irán muriendo a lo largo de la estación y unas pocas encontrarán refugio en algún sitio resguardado de nuestras casas. Si la temperatura es adecuada (como en algunas granjas animales), puede que las moscas incluso se reproduzcan en invierno. Pero en general todas pasarán a mejor vida mientras sus larvas van creciendo poco a poco en algún pedazo de tibia materia orgánica en descomposición.
La verdad es que si te pones a hablar de moscas, no acabas. Sólo con decir que es probable que existan más de 160.000 especies diferentes de moscas... Cada una de ellas con una manera propia y diferente de afrontar los rigores de la vida.
La mayoría de las moscas con las que nos cruzamos habitualmente, corresponden a un puñado largo de especies que van desde el terrorífico tábano a esa mosquita pequeña y aplanada que a veces hay en los váteres y que, cómo no, recibe el nombre de mosca de los drenajes (de este tipo de moscas hay cinco subfamilias con más de 50 géneros diferentes nada más y nada menos), pasando por las moscardas azules y verdes, la mosca del vinagre o, como no, la hogareña Mosca doméstica (Musca domestica), que creo que es la que fotografié ayer pegadita a la ventana del salón.
Y no se cae! |
La mosca no debe justificar su existencia para vivir y quién soy yo, por otro lado, para hacerlo -en caso de que me lo propusiera- si cuando pase al otro barrio voy a acabar devorado por sus descendientes o alguno de sus infinitos primos. Pues mira, por molestar, lo que sea.
Las moscas (nos) sirven. Y lo acabo de mencionar y es algo un poco asquerosete y morboso, pero las larvas de las moscas -junto con un ejército de otros animales- se encargan de pulverizar los cadáveres y las cosas orgánicas que van palmándola por ahí.
A veces algunas moscas -también es cierto- facilitan la llegada de la muerte de algún animal y la larva se lo va comiendo desde dentro aún vivo y tal pero esos detallitos... a ver , qué de algo han de vivir. También hay otras hermosas moscas que polinizan las flores -que después se convertirán en frutos- y otras que son feroces depredadoras... de moscas.
Las moscas están tan unidas a nuestra especie que han matizado un buen número de aspectos de nuestra cultura. Hay clásicos como las típicas expresiones "por si las moscas", "mosqueado", "con la mosca detrás de la oreja" o "no se oye ni una mosca", están los boxeadores "peso mosca", los mosquetones, los mosqueteros y el mosquetón, la mosca que adorna algunas barbillas masculinas, los pesados moscones que quieren tema, la mosca para pescar "a la mosca"... por no hablar de que las moscas son las responsables de que acompañemos la bebida en los bares con algo de comida, pues se ve que para que no cayeran moscas en el vino, se ingenió la costumbre de poner un poco de jamón o queso sobre la copa: la tapa.
No digo más: saludemos, pues, a las moscas.
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